
La licitación pública es un canal de venta más para las agencias de comunicación y marketing. Pero, ¿compensa presentarse a un concurso público? En este post os resumimos los pros y los contras de los concursos públicos, basándonos en nuestra propia experiencia.
Uno de los grandes problemas de los concursos públicos es que gran parte de los pliegos de la Administración están redactados no para que gane la mejor propuesta, sino la más económica. ¿Qué ocurre? Que en ocasiones se rompe el mercado con una bajada de precios inasumible para la mayor parte de los ofertantes, que pese a haber presentado unas generosas memorias técnicas quedan fuera del proceso de selección.
Y es que, importa poco o nada, que una propuesta incluya todo tipo de mejoras, herramientas, conocimientos especializados en la materia y un equipo de trabajo altamente cualificado, si al final lo que se valora sólo es el precio.
A menudo nos hemos encontrado con licitaciones en las que los 100 puntos de valoración se reparten en 80 para la oferta económica y 20 para la técnica, lo que reduce notablemente las opciones, como podéis imaginaros. ¿Cómo se gana este tipo de concursos? Tirando precios, así de claro.
El factor precio conlleva otros problemas, y es que cuando se valora una propuesta basada en criterios económicos, a menudo se acaba exigiendo más por menos dinero, por lo que no es nada raro ver ofertas que ofrecen unos servicios por debajo de su coste.
Llegados a este punto os preguntaréis, ¿merece realmente la pena optar a una licitación pública? La respuesta es sí. Apostamos por estas licitaciones. En pro de la transparencia y de la concurrencia competitiva, nos gusta medir fuerzas, pero si al final el criterio es el precio no podremos demostrar quien es el mejor.
A la hora de presentarnos a un concurso público, nosotros valoramos:
- El tiempo que nos llevará preparar el concurso
- Precio/coste horas
- La complejidad de los procedimientos de contratación
- Si nos ajustamos a los requisitos mínimos
Presentarse a una licitación es un proceso muy laborioso que, a menudo, nos recompensa. Pero para participar todos en igualdad de condiciones el precio no puede ser el factor determinante. Estamos totalmente de acuerdo con la optimización de los recursos públicos, pero ni somos partidarios de tirar precios ni de infravalorar nuestros servicios.
Esta es nuestra opinión, claro, ¿qué pensáis vosotros?