
En los últimos años, en plena era de la comunicación, hemos visto aparecer una serie de profesiones que responden a nuevas necesidades de empresas y clientes. Trabajos relacionados con las redes sociales, webs, blogs… Todo un ecosistema que necesita nutrirse de distintos perfiles entre los que podemos encontrar Communitys, Diseñadores Gráficos, Copys, Maquetadores Web…
Por suerte para los contratantes de estos servicios, todas las skills de estos perfiles tan específicos vienen perfectamente recogidas en la figura del «cuñao». ¿Qué sería de las empresas sin ese personaje? Quien dice cuñao, dice prima, vecino, sobrina de, o uno que pasaba por allí y que hizo un curso por internet.
Todos, haciendo un alarde de profesionalidad, marcan su tarifario en consecuencia a sus conocimientos nulos o escasos, por lo que la Navidad llega dos veces al año para los que contratan sus servicios.
Por supuesto, estamos siendo sarcásticos. Ya hablábamos de este tema en un post anterior sobre el intrusismo laboral al que nuestro sector está sometido, pero consideramos necesario reiterarnos una vez más en nuestros valores.
Estos contratistas de cuñaos, que bien podrían montar una asociación para tenerlos localizados y saber hacia qué dirección hay que huir, no son más que aquejados por la combinación de dos enfermedades comunes, que en su unión y descontextualización, pueden ser fatales para ellos y su entorno: La infravaloración crónica y el exceso de confianza, también conocido por su nombre científico “tedoylamanoycogeselbrazo”.
Los síntomas de esta bomba vírica, lamentablemente contagiosa y sólo curable “a base de palos”, conllevan una serie de catastróficas desdichas para el contratante, el contratado, y el entorno realmente profesional de su alrededor, que normalmente tiene que arreglar el desaguisado después (con prisas porque ya va tarde).
Estos síntomas suelen terminar su ciclo con la ruptura del compañerismo entre el contratante y el cuñao, a veces incluso de forma irreparable y siempre con pérdidas de tiempo y dinero para ambas partes. Lamentablemente eso sólo significa el final de un ciclo, ya que como decíamos antes esta enfermedad sólo se cura a base de repetir el patrón e inmunizar el sistema a base de palos. El ciclo vuelve a empezar cuando otro espécimen asegura tener medio punto más de conocimientos que el cuñao anterior y se ofrece a terminar el encargo por medio punto menos de remuneración.
Este gráfico, que viene circulando por la red desde que esta pandemia comenzó, no se equivoca en lo más mínimo y resumen perfectamente nuestro argumento:
¿Nuestro consejo? ¿Dejarías que tu cuñao te fabricase un cohete para ir a la luna? Entonces no le pidas que te haga un proyecto que lleve a tu negocio hasta las estrellas.