Trabajar en un medio de comunicación clásico desde hace veinte años me ha permitido ser espectador de la revolución que ha supuesto la comunicación a través de las redes sociales, pero exactamente ¿en qué ha consistido esta revolución?
Nadie sabe nada. Los cerebros pensantes de las grandes compañías de la comunicación saben que si tu medio no está en la red, si tus periodistas no están en la red, pierdes influencia, importancia y corres un riesgo cierto de desaparecer. El asunto no es estar en la red, es cómo estar en la red, y aquí viene el lío.
¿Qué es estar en la red? Supongo que cada uno de nosotros tenemos una idea de lo que debería ser estar en la red. Lo mismo pasa con las empresas de comunicación clásicas, saben que tienen que estar, pero nadie tiene claro cuál es la mejor forma de estar. ¿Hacer pagar al usuario por ver tus contenidos? ¿Darlo gratuitamente? No lo sé, ni ellos, ni probablemente tú lo sepas.
Los gurús de la tecnología llevan décadas diciendo que el papel morirá en breve (Bill Gates, en los noventa, predijo su muerte para el año 2000, a mi lado tengo una edición del “Málaga Hoy” y parece vivo). También existe una teoría sobre el “manantial de información” que la red aporta y que hace inútil los medios convencionales de información. Pero el asunto es que si quiero saber qué ha dicho el alcalde de mi ciudad, alguien tendrá que ir, físicamente, a ver que narices dice (como anécdota, el blog que habla del “manantial de información” tiene, en su página principal, un noventa por ciento de noticias sacadas de medios convencionales)
A menudo me imagino que somos como los monos a los que se les da una botella con una fruta dentro, cuando meten la mano para cogerla, al cerrar el puño, no pueden sacarla.
Pues nosotros igual, vemos la fruta, la tocamos, casi la saboreamos, pero aún no hemos dado con la clave exacta para sacarla.
Fdo: @jjblanesmalaga